domingo, 24 de noviembre de 2013

N° 95 Un escrito del Profesor, Dr. Enrique Neira F. en relación al Blog N° 94

Mijail Gorbachov

Perestroika. Nuevo pensamiento para mi país y el mundo

Portada del libro citado en Blog N° 95
El texto de este Blog no necesita presentación ni comentarios adicionales, el contenido del mismo es escrito por un distinguido profesor universitario el Dr. Enrique Neira F. Hoy como lo prometí en el Blog anterior lo publico textualmente, por la claridad y vigencia de sus ideas, solo me queda agradecer nuevamente la bondad de un extraordinario amigo de la casa, que con claridad conceptual que lo distingue como un maestro de juventudes que es.
Solo colocaré algunas gráficas tomadas de Internet, para dar continuidad al estilo del Blog procurando siempre colocar fotografías, por aquello que dice que "una gráfica dice mas que mil palabras".

Domingo 10 de noviembre.\
 Muy apreciado y admirado amigo: Agradezco su Bloq de ayer # 95 dedicado a Alemania y Muro de Berlín. Como todos los suyos siempre actual, novedoso y aplicable a nuestra coyuntura venezolana, interesante y agradable.
 Me perrmito un comentario con miras a sus muchos lectores (bien puede publicarlo como mejor le parezca) para ayudar a contextualizarlo con 2 puntos: 1) el derrumbe del mundo comunista  al que  nos quieren anacrónicamente retrotraer aquí en Venezuela y 2) el  papel de Gorbachov, gran lider que en "la hora de Dios" supo conducir a un futuro mejor de su país.
Cordialmente. Enrique Neira Fernández





                            El derrumbe del mundo comunista

         Afortunadamente en la década de los 80, no cuajó la trágica admonición que el novelista inglés George Orwell había hecho en su obra titulada 1984, en la que predecía que para dicho año el “Big Brother” habría implantado un dominio totalitario y deshumanizante en todo el globo. Ocurrió todo lo contrario. El totalitarismo comunista y ateo, que parecía inexpugnable desde dentro (dado su control total de la sociedad) e imbatible desde fuera (dado su poderío militar y nuclear), comenzó a tambalear desde 1985 y se derrumbó estrepitosamente en el 89.

                                  La gigantesca estatua de Stalin, que presidió por años laplaza central de Tirania, capital de Albania, uno de los países más estridentemente comunistas, se parecía mucho a la famosa estatua avasalladora de Nabucodonosor, que nos describe el capítulo 3 del libro del Apocalipsis de Daniel. La gigantesca estatua, a pesar de su cabeza de oro, pecho de plata y muslos de acero, comenzó a caer al desmoronarse su pie de barro. Ese pie sobre el que debe apoyarse todo sistema político, que llamamos pueblo o voluntad popular de los obligados a obedecer.
Huracanes de libertad comenzaron a recorrer desde 1989 los países comunistas que giraban alrededor del sistema político soviético. Y se inició una "revolución de la mente" , como la llamó Gorbachov hablando con Juan Pablo II el 1º diciembre de 1990, que produjo acontecimientos en velocidad progresivamente creciente. En 10 años, en Polonia, el sindicato Solidaridad acabó remplazando el régimen comunista. En 10 meses, en Hungría, el Partido Comunista cambió su nombre y sus símbolos y adoptó los de un partido socialista democrático. En 10 semanas, en Alemania, se tumbó el muro de Berlin, se abrió la puerta de Brandeburgo y pudieron circular libremente los ciudadanos de ambas Alemanias, cambiando el régimen. En sólo 10 días, en la antigua Checoeslovaquia, volvió a florecer la “Primavera de Praga”, que había sido aplastada en 1968 por los tanques soviéticos. Y en 10 horas, en Rumania, fue fusilado expeditamente el déspota Ceaucescu, bien asentado por años sobre la fuerza de la represiva Securitate...
              Gorbachov
                A pesar del descrédito de los líderes, todavía hoy uno se inclina a dar razón a la tesis de Carlyle acerca de los “hombres providenciales”,  esos personajes que cambian el destino y la historia de los pueblos a grandes trechos. Aunque no podemos olvidar que esos conductores son tales precisamente porque ellos saben captar, interpretar la voluntad popular y conducir los grandes cambios que las masas intuyen y quieren. Los auténticos líderes (como en una especie de surfing político) cabalgan sobre la cresta de las grandes olas, a veces embravecidas, de las masas populares (el bravo pueblo). Y ahí radica su genuino liderazgo. “Lider es aquel que sabe llevar a su pueblo de donde está a donde debe estar”, dijo acertadamente Henry Kisinger, quien fuera experimentado Secretario de Estado de Nixon. Ello requiere en el lider una gran visión, un gran coraje y una rarísima habilidad política. La reciente historia de Rusia, a partir de lo que fue la extinta URSS (Unión Ruso Socialista Soviética) está signada por un gran líder en estilo, personalidad e ideas como fue Mijail Gorbachov.

                Nacido en 1931, en la feraz Stavropol, al sur de la URSS, representó un total relevo generacional, si se tiene en cuenta la gerontocracia que venía gobernando la URSS (Chernenko, Andropov, Brehznev). Era muy posterior a la revolución bolchevique de 1917 y apenas un adolescente en la Segunda Guerra Mundial. El mismo se retrató en su libroPerestroika (al que alude el Dr. Germán Monzón en su bloq) cuando consigna: “Por primera vez, en tantos años, podemos ver en el Partido y en los líderes del gobierno, gente con rostros humanos en lugar de esfinges con rostros de piedra. Eso solo es un gran logro” (cito la edición de Bogotá, Oveja Negra 1987, p.66).  Su estilo personal fue franco, directo, amigo de decir la verdad. Así lo recomienda en su libro: “A nuestro pueblo no le gusta que lo engatusen. Ellos deben saber la verdad. Uno no debe temer a su propio pueblo. La franqueza es un atributo del socialismo”(p. 52).  Fue el primer lider que utilizó la TV como arma política, mostrando dotes de gran comunicador y que sabía manejar el efectismo teatral para obtener seguidores. Gorbachov entendió la política como lo que es: el arte de lo posible. Y así la practicó tanto a nivel nacional como internacional.

                Entre 1985 - cuando llega a Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética- y 1991 -cuando es defenestrado políticamente por Yeltsin- Mijail Gorbachov desmontó el marxismo ortodoxo de la Unión Soviética e intentó llevarla progresiva y gradualmente hacia formas políticas democráticas y hacia formas económicas de mayor productividad, con elementos capitalistas. A Gorbachov lo animó una nueva visión del socialismo y de las relaciones internacionales, algo que se había echado de menos en sus vetustos y apergaminados antecesores. Mostró un tesón y una voluntad de acero en ir adelante a pesar de las dificultades y de la pesadez de esa mole soviética que había que mover y poner a funcionar mejor. Se reveló maestro del ajedrez político en estrategias y tácticas. Y así lo recomienda en su libro ya citado: “No jugar al revolucionarismo, no arrebatarse, no agitarse” (p. 54).

                No puede negarse que Gorbachov mostró en 6 años cualidades excepcionales de líder, como estadista, político, transaccionista y comunicador. Con habilidad política, Gorbachov se ubicó en el centro del espectro político soviético de su momento. Los comentaristas de su época relievan el sentido del momento y de la oportunidad, que tenía. Sabía exquisitamente cuándo empujar y cuándo retroceder. Bien lo caracterizó Andrei Gromiko (por muchísimos años Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS) y quien bien conocía la Nomenklatura soviética: “Es alguien que tiene una mordedura de hierro tras una amable sonrisa”.

                A Gorbachov se le deben muchas cosas positivas. A nivel planetario, lo más importante, fue el deshielo y desmonte de la terrible guerra fría casada con EUA y en que vivió nuestro mundo 40 años, con peligro de una hecatombe nuclear. Propició una oxigenación informativa con transparencia (glasnot) de ese mundo mentiroso y farrante que suele ser el comunismo y propició una reestructuración genuinamente democrática (perestroika ) de la URSS. Se mostró propicio a construir con sus vecinos “la gran casa común europea”. Entabló relaciones con el mundo creyente ortodoxo y relación amistosa con la Iglesia Católica, después de 70 años de hostilidad (fue diciente su visita al Papa Juan Pablo II el 1º diciembre de 1990). Sin Gorbachov al mando del Kremlin no hubieran podido darse tantos cambios como se dieron por entonces.     ENF

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